Marrakech: La ciudad roja

¿Estás planificando un viaje por Marruecos y no sabes por dónde empezar?

Marruecos siempre ha estado en el top five de los países que quería visitar antes de cumplir mis 30 así que no lo pensé dos veces y reservé un viaje express a través de la agencia WeRoad, viajes organizados para gente joven por todo el mundo con coordinadores geniales que hacen de tu viaje una experiencia enriquecedora e inolvidable. 

Si estás planificando un viaje por Marruecos y no sabes por dónde empezar aquí te dejo algunos de los lugares que visité, alojamientos bonitos, restaurantes con unas vistas increíbles y excursiones que debes hacer para adentrarte de pleno en la cultura marroquí.

 

Día 1: Marrakech 

Mi vuelo llegó a las 8 de la mañana a Marrakech, la empresa nos facilitó el número de un taxista que nos llevó hasta la puerta del Hotel Meriem, situado a unos 30 minutos a pie hasta el centro de la ciudad. Como aun era muy temprano para hacer el check in dejamos las maletas en la consigna del hotel y emprendimos nuestra marcha a explorar cada rincón de esta antigua ciudad imperial.

 

Nuestra primera parada fue la famosa Mezquita Koutoubia, la más grande la ciudad, edificada en el siglo XXI para el culto de la religión islámica.  El nombre de la mezquita, que literalmente quiere decir «la de los libreros» (kutub en árabe es «libros») hace referencia a la presencia del zoco de vendedores de libros que se desarrollaba en sus alrededores con más de cien puestos.

 

Desde allí caminamos hasta la famosa Plaza Jemaa el-Fna donde cada día miles de personas se dan cita en este lugar llenándolo de color, ocio y cultura. Aquí podrás encontrar desde encantadores de serpientes, vendedores de fruta fresca, acróbatas y dentistas. Justo al lado se encuentra el lugar de regateo, el zoco de Marrakech. La palabra “zoco”, del árabe suq, significa mercado, y además de girar en torno al mismo todo tipo de actividades de compraventa, es también un lugar donde se desarrolla la vida de la ciudad. Hoy en día, se congregan más de 2.600 artesanos organizados en unas 40 corporaciones. Aunque está abierto durante todo el día, salvo los viernes, lo mejor es ir por la mañana  y dejarse llevar por los diferentes zocos.

Tras adentrarnos en el laberinto del zoco llegamos de casualidad a Palais Riad Didier Six, un precioso Riad donde nos invitaron a un té moruno y unos dulces marroquíes en la azotea justo al lado de la piscina. Y desde allí fuimos a el Palacio de la Bahía, el cual fue construido a finales del siglo XIX, con la intención de ser el palacio más grande de todos los tiempos. Su nombre significa "brillantez". Como en otros edificios del mismo periodo en otros países, se quería capturar la esencia de los estilos islámico y marroquí. Los jardines tienen una extensión de 8.000 m².

Para almorzar fuimos a Chez Brahim Restaurant y la cena en Café Amornakoch, un bonito restaurante con vistas a la Plaza Jemaa el-Fna mientras atardecía. Por supuesto no podíamos volver al hotel en nuestro primer día sin visitar el ambiente nocturno por Marrakech en un magnífico restaurante con terraza llamado Le Salama Skybar.

 

Día 2: El Desierto de Agafay

  

Tras un desayuno muy completo en el hotel nos dirigimos a Koutobia Herbal, una tienda situada en la Medina donde locales nos explicaron los productos más conocidos y vendidos como tipos de té marroquíes, cremas faciales, especias y aceite de argán entre otros. Desde allí seguimos nuestra ruta hacia las calles del barrio judío y el zoco.

Comimos un delicioso tajín de pollo en Chez Rachid y nos dirigimos de vuelta al hotel a descansar un poco en la piscina ya que nos esperaba un viaje de hora y media hasta llegar al Desierto de Agafay. A lo largo y ancho del país hay varios desiertos donde se puede pernoctar y cada uno tiene su propio encanto. A la hora de decantarse por uno de los desiertos marroquís hay que tener en cuenta, principalmente, la distancia a la que se encuentra desde los puntos que vamos a visitar.

 

El desierto de Agafay es un desierto que se encuentra a unos treinta kilómetros de la ciudad roja, en las primeras alturas del macizo del Alto Atlas. Está cubierto de piedras y rocallas en un entorno montañoso formado por dunas con tonos blancos y ocres. Dormir en el desierto fue toda una experiencia, nos alojamos en un precioso complejo de jaimas llamado Emeraude Camp, fue súper bonito ver el cielo tan estrellado al lado de una hoguera.

En el desierto nos esperaba una de las que para mí fue la mejor excursión de todo el viaje, un paseo en quad viendo el atardecer. La duración fue de 2 horas. Para todo aquel viajero que sea la primera vez en conducir un quad, no te preocupes. Para mi fue la primera vez y antes de empezar la excursión te enseñan a como conducirlo y te acompañan en todo momento con mucha seguridad.

 

Día 3: Essaouira

 

Tras una noche súper relajante en las jaimas del desierto nos dirigimos en autobús a nuestro siguiente destino situado en la costa, Essaouira. Conocida antiguamente como Mogador, es una ciudad portuaria de Marruecos, situada en la costa occidental atlántica, al norte del cabo Sim. Con cerca de 70.000 habitantes, su medina o centro histórico está catalogado por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad desde 2001.

 Allí nos hospedamos en Riad llamado Maison du Sud, situado justo en el centro de la ciudad. Recorrimos sus calles y comimos pescado fresco con vistas al mar en un restaurante llamado Fanatik Café.

 

A las 19:00 teníamos reservado otra excursión, una ruta a camello durante dos horas por la playa de Essaouira con la empresa Ranch de Diabat. Y por la noche fuimos todos a cenar a Le Taros, un café restaurante que se convierte en discoteca por la noche con música en directo. Muy buen ambiente con unas vistas impresionantes desde la terraza a toda la ciudad.

 

Día 4: Vuelta a Marrakech

 

El desayuno en Maison du Sud fue uno de los mejores durante toda nuestra estancia, yogur casero, panes marroquíes, té moruno, café, fruta fresca, queso y todo tipo de mermeladas.

 

A las 10:00 horas teníamos reservado una clase de cocina marroquí en Restaurante Des Reves, sin duda fue una experiencia muy bonita hacerla con todos los viajeros. Cocinamos una ensalada marroquí y un tajín de pescado y lo comimos en la colorida azotea del restaurante.

Después dimos un paseo por la medina, hicimos algunas compras y nos dirigimos al puerto. Si vas a Essaouira recuerda pasear por este puerto pesquero tradicional en el que llegues casi a la hora que llegues hay movimiento de barcos y sobre todo de gente vendiendo pescado y marisco fresco

 

A la noche teníamos reservado una mesa en la terraza del restaurante Le Mart, situado en el centro de Marrakech para despedir lo que sin duda fue el mejor viaje para adentrarme en mis 30.