Isquia & Nápoles

No había escuchado antes hablar de la isla de Ischia hasta que mi compañero de piso me dijo de dónde era. Después de contarme sobre su historia, ubicación, gastronomía y cultura, un grupo de amigos y yo decidimos poner rumbo a esta isla mediterránea durante cuatro días para nadar en sus maravillosas playas, comer el famoso coniglio all'ischitana y disfrutar de sus atardeceres con una Peroni en mano.

Isquia es la isla más grande del archipiélago napolitano y está dividida en seis municipios: Isquia, Casamicciola Terme, Lacco Ameno, Forio, Serrara Fontana y Barano d'Ischia.

Para acceder a ella primero tuvimos que coger un ferry en el puerto de Nápoles, el trayecto es de aproximadamente una hora y cuarto hasta llegar a nuestro destino, Forio, donde nos esperaba una preciosa villa compuesta por distintos apartamentos donde nos hospedamos durante tres noches.

 

Enzo y su pareja Stephanie nos tenían preparado un aperitivo de bienvenida en la terraza y desde allí nos fuimos dando un paseo al lado del mar hasta U Paradavis, un bar de copas con una maravillosa terraza con vistas al mediterráneo donde disfrutamos de un atardecer. Después volvimos a la Piazza Giacomo Matteotti y nos sentamos en la terraza de Spadara Bistro donde probé por primera vez el rucolino, un amaro tradicional elaborado con hojas de rúcula, cítricos, raíces y especias, este licor oscuro equilibra notas dulces, amargas y especiadas, mostrando toques de espresso y chocolate amargo. Se suele beber como digestivo o acompañar con café.

Más tarde teníamos una reserva en el restaurante La Bella Napoli donde compartimos un Mosaico di mare, compuesto por una ensalada de pulpo, diferentes tipos de pescado ahumado y frito, una selección de salami, queso y bruschetta y un delicioso tiramisú de postre.

A la mañana siguiente teníamos reservado un barco para navegar alrededor de la isla desde las diez de la mañana hasta las cinco de la tarde. El mar estuvo en calma durante todo el trayecto, paramos en distintos puntos de la isla para hacer snorkel, nos adentramos en una gruta y nos relajamos en las famosas aguas termales. Si algo es famosa esta isla es por ser fuente de aguas termales de gran virtud terapéutica y esto es gracias a que el líquido elemento tiene origen volcánico, de ahí su temperatura y sus propiedades especiales. Por eso es uno de los mayores centros termales de Europa, con tal variedad de balnearios que se puede elegir uno cada día sin repetir.

Al volver al puerto de Forio vimos desde el mar el famoso Castillo Aragonese, esta es una fortificación medieval que se encuentra en un islote situado en la parte oriental de Isquia. El islote sobre el que se construyó el castillo proviene de una erupción producida hace más de 300.000 años. Alcanza una altura de 113 metros sobre el nivel del mar y tiene una superficie de aproximadamente 56.000 m². Geológicamente es una burbuja de magma que se consolidó durante las erupciones.

Después del viaje en barco fuimos a cenar a Terra e Sapori, un precioso restaurante famoso por su Coniglio all'ischitana el cual estaba exquisito, además de compartimos distintos platos de pasta, antipasti y un postre de la casa tradicional.

A la mañana siguiente nos dirigmos en coche al Monte Epomeo, el punto más alto de la isla con sus 787 metros sobre el nivel del mar. Pese a lo que se ha creído el Epomeo no es un volcán, sino un trozo de corteza terrestre levantada de la profundidad del fondo marino a consecuencia de las explosiones habidas durante una de las tantas actividades volcánicas (hace unos 30.000 años). A lo largo de todas las laderas del Epomeo hay sendas que están más o menos indicadas en los mapas y sobre la cumbre de toba verde se encuentran los restos de una ermita dedicada a San Nicola de Bari. Desde la cima se puede admirar un escenario incomparable que abarca Capri, Ponza, Gaeta, Nápoles, el Vesubio y la península Sorrentina. En la cima almorzamos en La grotta di Fiore una bruscretta de tomate, una ensalada y una tortilla de queso. Por la tarde fuimos a Spiagga di Cittara, una bonita playa con aguas cristalinas donde disfrutamos de un baño y descansamos tumbados en la arena volcánica.

A la mañana siguiente cogimos de nuevo el ferry ya que Nápoles nos esperaba. Desde que vi la película Era la mano de Dios de Paolo Sorrentino me obsesioné con esta ciudad y todo lo relacionado a ella. Al tener tan solo un día y medio intentamos visitar los principales puntos así que al llegar al puerto paseamos por la Plaza del Plesbicito, el Palacio Real de Nápoles, el Teatro San Carlos, la Galería Umberto I, caminamos por la Via Toledo hasta llegar a nuestro alojamiento; el B&B Medea situado en el casco histórico.

Al dejar las maletas hicimos una breve parada en el Palazzo Venezia, ubicado en Spaccanapoli, una parte del apartamento histórico en la primera planta se puede visitar gratuitamente; alberga un festival de música, eventos y exposiciones temporales y permanentes de artes aplicadas​. Desde allí nos dirigimos a Pizzeria Da Michele, una de las pizzerías más famosas de todo el mundo. Tras una hora y media de cola compartimos una Pizza Marita, mitad Margarita mitad Marinara y de postre no podía faltar el famoso sfogliatelle en Scartuchio.

Tras descansar un poco nos adentramos en el conjunto urbanístico conocido como Quartieri Spagnoli surgido en la primera mitad del siglo XVI, obra del arquitecto sienés Giovanni Benincasa​ y del napolitano Ferdinando Manlio.

Este barrio constituye un núcleo de relevancia histórico-artística de primer orden de la ciudad de Nápoles, que ofrece distintos rasgos de la cultura popular y el estilo de vida napolitano, como, por ejemplo, la presencia de pequeñas tiendas artesanales, los bassi napolitanos, o pequeños y oscuros callejones caracterizados por altas escaleras y la ropa tendida secándose entre los edificios. Por allí disfrutamos de la vida nocturna y a la mañana siguiente nuestro viaje terminaba visitando la Nápoles subterránea, una ciudad paralela que nace junto con la ciudad actual y se extiende bajo todo el centro histórico, a más de 40 metros de profundidad.